El fandango de los espíritus
En el panteón,los bailarines de son jarocho transforman la noche con su danza, creando
una conexión con la tierra,que celebra la vida y honra a los ausentes
Por: María José Guillén Moro
Un grupo de jóvenes bailarines de son jarocho decidió celebrar un fandango en el panteón
Xalapeño. Con jaranas y cajón de tres golpes en mano, se sentaron sobre una tumba,
dejando que las primeras notas fluyeran en la suave brisa nocturna.
El zapateado inició de forma tímida, pero pronto el ritmo se volvió más enérgico, resonando
entre las tumbas. Las parejas comenzaron a girar, mientras las faldas coloridas se movían
al compás y los tacones con clavos golpeaban el suelo.
Los músicos interpretaron melodías que llenaron la noche de vibrante energía. Con el paso
del tiempo, los danzantes experimentaron una profunda conexión con la tierra, sintiendo que
celebraban la vida y rendían homenaje a quienes ya no están.
Cuando la última nota de la jarana se desvaneció, el silencio volvió, más intenso que antes.
No era miedo lo que les invadía, sino un profundo vínculo y un sentido de pertenencia que
los unía a aquellos que habían estado allí antes.
Agotados pero satisfechos, miraron alrededor. Sabían que lo vivido esa noche era más que
un simple baile; estaban dejado una huella en ese lugar antiguo; y tal vez, los muertos
encontraron en su música un eco de vida.
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